Los peligros del INE en la elección del 2018
CIUDAD DE MÉXICO (apro).-
Uno de los poemas de Jaime Sabines empieza con una frase que evoca una necesidad en tiempos de inmediatez y olvido. “Buenos días memoria terca” escribe el poeta chiapaneco estas cuatro palabras con las cuales nos invita a no olvidar los detalles diarios de un país tan cambiante que en el correr de los días se van diluyendo peligrosamente.
La memoria es importante para cualquier persona y sobre todo para una sociedad como la mexicana que constantemente es criticada porque pareciera que no recuerda los errores constantes de quienes ostentan un tipo de poder y deja que incurran bajo una frase que retrata muy bien la indolencia social envuelta en la fatalidad: “ya ni modo”.
Este falso infortunio que parte de la creencia de que la realidad no puede cambiarse es precisamente uno de los efectos de la ausencia de una memoria colectiva, de la falta de una Memoria Pública que precede la carencia de voluntad para construir una organización social en tiempos de crisis como los que ahora afrontamos. Crisis estructural que se refleja en una falta de confianza y de credibilidad en todas las instituciones y autoridades, en los partidos y líderes políticos, en los empresarios y representaciones religiosas.
A partir de esta entrega empezaré un nuevo ejercicio periodístico, la realización de una columna semanal con la intención básica de ejercitar la Memoria Pública y dar algunos elementos informativos al público usuario o lector, bajo la premisa de que una persona o una sociedad más informada tiene mayores opciones de decisión.
Empezaremos entonces con uno de los temas que ha tenido y que tendrá importancia para el país en las próximas elecciones: la autoridad electoral.
De cara hacia el 2018, el Instituto Nacional Electoral llegará completamente rebasado para organizar las elecciones en 30 estados, más la federal en la que se elegirá al presidente de la República y a los nuevos integrantes del Congreso de la Unión.
La reforma constitucional del 2014, según la cual el INE sustituye a las Organismos Públicos Locales (OPLES) para la organización de los procesos electorales en cada uno de los estados, mostrará su fracaso porque el instituto encabezado por Lorenzo Córdova no va a tener las capacidades logísticas y administrativas que tuvieron en el 2016 y en 2017, de delegar o comisionar a sus funcionarios para que hagan el trabajo en los organismos electorales estatales.
Las cifras son elocuentes. En 2015, el número de ciudadanos que tuvo que capacitar y que operaron como propietarios en las casillas instaladas era del orden de 740 mil, para el 2018 la proyección es que será de 930 mil, dado que va por cada casilla única en 30 estados tiene que haber seis ciudadanos que van a funcionar como representantes de casilla. El INE no tiene el personal suficiente para una tarea titánica.
En palabras del propio Lorenzo Córdova, se tendrá que pensar colectivamente en cómo el INE habrá de enfrentar las elecciones del 2018, porque el papel del instituto es el de ser garante de las elecciones federales que están bajo su entera tutela y responsabilidad.
“¿Cómo le vamos a hacer con 30 estados? porque vamos tener que desplegar una capacidad de supervisión, no necesariamente de operación porque nuestra gente va a estar ocupada en la elección federal Desde ahora más vale que seamos muy claros para que después no vengan a decirnos por qué no te hiciste cargo de las elecciones locales”, dijo en una entrevista a Proceso Lorenzo Córdova semanas antes del arranque del proceso electoral el pasado 8 de septiembre.
Es decir, el modelo de sustitución de los órganos electorales locales por el INE para organizar los procesos en los estados no está pensado para eso, eso debió haberse plasmado en la reforma a la Constitución y lo único que provocará para la elección del 2018 será confusión, caos, confrontaciones políticas y sociales.
En resumen, el INE no va a tener la capacidad de estructura ni de personal para organizar el proceso electoral más grande en la historia del México y esto nos abre un escenario en el cual estamos ante la posible deslegitimación de la elección presidencial, un panorama de ingobernabilidad y la participación más activa de las fuerzas militares en la vida social y política del país.
Por cierto… la composición del INE más que ciudadana es partidista, así lo fue desde que los partidos negociaron la integración del IFE con José Woldenberg a la cabeza, quien fue puesto en el Consejo General para equilibrar las fuerzas del PRI, PAN y PRD. Hoy parece que no hay equilibrio y la balanza se inclina más hacia el PRI, que como tercera fuerza política para ganar la presidencia en el 2018, según las diversas encuestas, sería el principal beneficiario de una institución electoral débil y tambaleante.