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Primera visita de un Primer Ministro de Israel a México en ¡65 años!

Ayer, mientras los reporteros eran debidamente acreditados en las inmediaciones de una puerta lateral de Los Pinos, un impresionante convoy integrado por transportes blindados, ocupados por militares amenazadoramente armados, tripulados por arrojados especialistas en protección, seguridad y aniquilamiento de peligrosos cruzó a toda velocidad la calzada.


Sin chirriar de llantas irrumpieron en la casa presidencial de Los Pinos. Una ambulancia cerraba el cortejo.


“Ahí llega el Primer Ministro de Israel Benjamín Netanyahu”.


A las 14:03 un militar mexicano confió:


“Ya vienen. Ya concluyeron las pláticas. Algo faltaba y mandaron llamar a alguien. Pero ya no tardan”.


Entraban Carlos de Icaza, Agustín García-López Loaeza. Diplomáticos. Gerardo Ruíz Esparza. Saludaban todos a un hombre de faz intensamente roja, quien conseguía mantener erguido el cuello gracias a una prótesis que le mantiene quietas las vertebras cervicales. Es el doctor Francisco Javier Mendoza Jiménez.


Brazo en cabestrillo el director de la Agencia Espacial Mexicana aguardaba su turno. Representaría importante papel en la inminente ceremonia. Que se inició con la llegada pausada, sin prisa, sin demasiado movimiento de ayudantes.


Se encuentran con nosotros -dijo Cartagena.


With us…-se percibió en el aparato traductor portátil.


El presidente de México, Enrique Peña Nieto. El primer ministro del Estado de Israel, Benjamín Netanyahu.


Platicaban relajadamente. Moderados movimientos de manos. Mutuo interés en lo tratado. Y un desenlace que a la distancia bien podía interpretarse como un “pues ni modo. Así son las cosas”.


O bien: “No hay que tomarlo muy a pecho”.


Y hasta: “En todas partes. A mi mismo.


El premier Netanyahu dedicaba frases tranquilizadoras a su anfitrión. Eso parecía. Platicaba el hombre que en su país es duramente criticado por sus gustos y excentricidades. Sibarita. Gastalón. Amante de lujos. De cigarros puros muy caros. Su tren de vida escandaliza a su pueblo. Derrochador.


Ayer adecuadamente vestido. En la primera fila distinguidos miembros de la comunidad judía en México. No estaba Isaac Becker. Ni Chertorivsky, publicista y eficaz hombre de negocios. Algunos exhibían su kipá. Pocos, muy pocos.


“Esta comunidad judía -dijo el presidente Enrique Peña Nieto – sabe que sus raíces están allá en Israel. Aquí destacan por su contribución al desarrollo”.


Entonces se sabe que la de ayer fue la primera visita de un Primer Ministro de Israel a México en ¡65 años!


1948. Los judíos recuperan su territorio bíblico.


65 años de relación diplomática-comercial-cultural entre Israel y México.


Ayer, el señor Benjamín Netanyahu fue muy bien, amistosa, cálidamente recibido por el presidente de México Enrique Peña Nieto. Hubo sonrisas. Apretones de manos. Intercambio de buenos deseos. Hasta : “Yo invito a mi amigo Enrique Peña Nieto a que visite Israel. Y a los turistas mexicanos también. Que sigan la ruta de Jesús·. Quizá en un bolsillo, tal vez en su cartera el presidente Enrique Peña Nieto llevaba ayer un talismán que hace tiempo le regalaron poderosos constructores de plazas comerciales, como la del Toreo de Cuatro Caminos-. “La agradezco. Va conmigo”, les dijo el día de la inauguración.

65 años. Ahora México está en el interés de Israel.

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